1/07/2014

El hundimiento del Titanic















CANTO XXVII

"De hecho, nada ha ocurrido."
No hubo tal hundimiento del Tintanic,
Era sólo una película, unpresagio, una alucinación.
"De hecho" siguen jugando a las cartas,
y si no a las cartas, al backgammon; las cajas de tabacos
del salón de fumar, productos de artesanía made in Cuba,
siguen cubiertas de radiantes medallas de oro; Paz y Progreso
flotan para siempre sobre la entrada del salón de recreo,
pesadas y alegóricas, en bronce;
los ricos siguen siendo ricos, y los comandantes,
comandantes; en el baño turco la señora Maud Slocombe,
la primera masajista del mundo en un barco, prosigue su tarea
activamente. Hay candelabros por doquier,
cortinas de terciopelo, palmas, espejos,
Luis XV, Luis XVi: para enfermar a cualquiera.
Desde luego, hoy en día la tripulación disfruta
de trece pagas y televisión en color en los camarotes;
el sobrecargo es turco; la enfermera está graduada 
en psicología; por lo demás nada ha cambiado. Los menús
son todavía demasiado largos. En la cubierta F, es cierto,
hay ahora una sauna finlandesa, donde suda el Comité Central,
tomando el tè con sacarina en lugar de azùcar; los glaciólogos
han traído su microcomputadora para el simposio
de climatología, que funciona
como simulador de icebergs para los pròximos doscientos cincuenta años.
Las boutiques, como siempre, hacen su agosto,
vendiendo ceniceros Titanic y camisetas Titanic,
en el cine exhiben la película Una noche para recordar,
y el final feliz es simple rutina, como los asaltos a los bancos,
como los debates sobre el aumento de pensiones,
y sobre el socialismo en un barco.
De ven en cuando se produce una huelga puntualmente secundada,
en el que el camarero deja caer el cubo para el champán
y el pianista no completa la Fantasía en Do Menor.
Entonces incluso los gángsters y editores están desconcertados,
los pintores de salòn no se divierten, los agregados militares
piden la cuenta; todo es diversión y emociones.
"Así -piensa la puta juiciosa- terminará el mundo,
con los vítores de hombres ingeniosos que se toman todo a broma."
También los poetas deambulan
por el café Asatro, sriviéndose cubalibres
en vasos de plástico. Parecen ligeramente mareados
y recuerdan con todo rigor
a los pasajeros del entrepuente, a los chicanos,
a los esquimales, y a los palestinos. El falso poeta
da el visto bueno al poeta mediocre, el poeta mediocre
hace un guiño al verdadero; entonces cada uno de ellos
se retira a su camarote, se recuesta en su hamaca
y escribe, como si nada hubiera ocurrido, en el papel seco:
"De hecho, nada ha ocurrido.








DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA

No hay duda de que somos inteligentes. Pero lejos 
de cambiar la faz del mundo, en escena 
seguimos sacándonos conejos del cerebro,
y palomas blancas, bandadas de palomas
que invariablemente se cagan en los libros.
No hay que ser un Hegel para darse cuenta
de que la Razón es a la vez razón y no razón;
basta con mirarse en el espejo de bolsillo.
Te verás vistiendo una capa azul
adornada con estrellas plateadas y una capucha.
donde están sepultados nuestros colegas,
desempacamos nuestras bolas de cristal y nuestros horóscopos,
y ponemos manos a la obra; mostramos nuestros peritajes
y agitamos nuestro péndulo y nuestros informes
de investigaciones. Hacemos girar las mesas, preguntamos:
¿cuál real es lo real? Hegel sonríe
malicioso. Le pintamos un bigote.
Ahora se parece a Stalin. El congreso se divierte,
baila sobre el volcán. Los guardias
montan guardia afuera. Nuestra psique hace 
serenas declaraciones sobre el caso,
y coincidimos en que en lo profundo de cualquier polizonte
habita un ángel custodio
y dentro de éste polizonte. ¡Abracadabra!
Como un pañuelo enorme, desdoblamos nuestras teorías.
Los hombres de la gabardina aguardan modestamente
frente al refugio a prueba de motines del seminario.
Fuman, casi nunca utilizan sus armas,
vigilan nuestra nómina universitaria,
y nuestras flores artificiales y el excremento
de palomas blancas que inunda el lugar.









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