1/31/2018

Voces de Chernóbil. Svetlana Alexiévich. La corona de la creación.













En una ocasión estuve filmando a gente que había estado en los campos. Son gente que suele evitar el contacto. Y yo estoy de acuerdo con ellos. Hay algo de antinatural en eso de reunirse y recordar la guerra. Recordar cómo los mataban y cómo mataban ellos. Personas que han sufrido juntas la humillación o que han conocido hasta d{onde puede llegar un hombre allí; en lo hondo de su subconsciente, son seres que huyen el uno del otro. Huyen de sí mismos. Huyen de aquello que han descubierto allí sobre el hombre. De aquello que ha salido a flote de su interior. De debajo de la piel. Por eso... Por eso huyen. Algo ocurrió allí. En Chernóbil. 

Yo también descubrí allí algo, sentí algo de lo que no querría hablar. Por ejemplo, que todas nuestras ideas humanistas son relativas. Por ejemplo, que todas nuestras ideas humanistas son relativas. En situaciones extremas, el hombre, en realidad, no tiene nada que ver con cómo lo describen en los libros. A hombres como los que aparecen en los libros, yo no los he visto. No me he encontrado a ninguno. Todo es al revés. El hombre no es un héroe. Todos nosotros somos vendedores de Apocalipsis. Los grandes y los pequeños.

Me vienen a la memoria algunos fragmentos. Cuadros. Un presidente de koljós quiere sacar en dos camiones a toda su familia con sus cosas, con los muebles; y el responsable del Partido exige un coche para él. Pide justicia. En cambio yo desde hace varios días soy testigo de que no hay modo de sacar de allí a los niños, el grupo de la casa-cuna. No hay transporte. En cambio esos no tiene bastante con dos camiones para empaquetar todos sus bártulos, hasta los botes de tres litros con las mermeladas y los encurtidos. Vi cómo los cargaban, esos camiones. Y no los filmé. [De pronto se echa a reír.] En una tienda compramos salchichas y conservas, y luego nos dio miedo comer aquello. Nos lo llevamos en bolsas. También era una lástima tirarlo. [Ahora ya en serio.. El mecanismo del mal funcionará incluso en el Apocalipsis. Eso es lo que comprendí. La gente sigue yendo con sus chivateos, sigue haciendo la pelota a los de arriba para salvar su televisor o su abrigo de piel. Incluso ante el fin del mundo, el hombre seguirá siendo el mismo, igual que es ahora. Siempre.







Tengo en la memoria un gran filme, una larguísima película que no he filmado. De muchos capítulos [Calla.]

Todos somos vendedores de Apocalipsis.

Entramos con unos soldados en una casa de pueblo. Allí vive solo una vieja.

- Bueno, abuela, vámonos.
- Vámonos, pues.
- Recoge entonces tus cosas, abuela. 

La esperamos en la calle. Fumamos un pitillo. Y en eso que sale la mujer llevando encima un icono, un gato y un hatillo. Eso es todo lo que se lleva consigo.

- Abuela, el gato no puede ser. No está permitido. Tiene el pelo radioactivo.
- Eso sí que no, hijos míos, sin el gato no me marcho. ¿Cómo lo voy a abandonar? Dejarlo solo. Si es mi familia.

Pues bien, a partir de aquella mujer... Y de aquel manzano en flor... A partir de aquello empezó todo. Ahora solo filmo animales. Ya se lo he dicho, he descubierto el sentido de mi vida.

En una ocasión mostré mis filmaciones de Chernóbil a unos niños. Y me lo echaron en cara: ¿Para qué? Está prohibido. No hace falta. Y así viven, sumidos en el miedo, rodeados de rumores; tienen alteraciones en la sangre, se les ha destruido el sistema inmunológico. Pensaba que vendrían cinco o seis personas. Pero la sala entera se llenó. Las preguntas eran de lo más diverso, pero una se me grabó en la memoria. Un chico, con voz entrecortada, rojo de vergüenza, al parecer uno de esos niños callados, poco habladores, preguntó: "¿Y por qué no se pudo ayudar a los animales que se quedaron allí?". ¿Cómo que por qué? A mí no se me había ocurrido esa pregunta. Y no pude contestarle. Nuestro arte solo trata del sufrimiento y del amor humano y no de todo lo vivo. ¡Solo del hombre! No nos rebajamos hasta ellos, los animales, las plantas. No vemos el otro mundo. Porque el hombre puede destruirlo todo. matarlo todo. Ahora esto ya no es ninguna fantasía. Me contaron que en los primeros meses posteriores al accidente, cuando se discutía la evacuación de las personas, se presentó un proyecto de trasladar también a los animales con los hombres. Pero ¿cómo? ¿Cómo se podría trasladarlos a todos? Es posible que de alguna manera se lograra trasladar a los que andan por el suelo. Pero ¿y los que viven dentro de la tierra: a los escarabajos, a los gusanos? ¿Y los que viven arriba, en el aire? ¿Cómo se puede evacuar a un gorrión o a una paloma? ¿Qué hacer con ellos? No tenemos manera de transmitirles la información necesaria.


He empezado a ver con otros ojos a los animales. A los árboles. A las aves. Sigo viajando a la zona. Todos estos años. De una casa abandonada, de una casa humana saqueada, sale corriendo un jabalí... y aparece un alce hembra. Eso es lo que filmo. Eso es lo que busco. QUiero hacer un filme nuevo. Verlo todo a través de los ojos de los animales.

- ¿Qué estás filmando?, ¿sobre qué? -me preguntan-. Mira a tu alrededor. ¿O es que no ves que hay guerra en Chechenia? 



Serguéi Gurin.
Operador de cine.






No hay comentarios: