Incrustación 7 (Franz Kafka)
Gente joven del país menos poderoso vino para estudiar el
lenguaje del más poderoso de sus vecinos. El cuestionario demostró, con un
margen de error muy pequeño, que tal y tal porcentaje de las mujeres prefiere
estar de rodillas mientras realizan tales y tales actos sexuales.
A ella le dieron ganas de llorar cuando leyó en el diario que
el déjà vu era una reacción química en el cuerpo y en absoluto una ventana
mágica hacia otras vidas previas o futuras. El espejo ovalado colgando de una
cinta negra encima del marco de la chimenea reflejaba parte del oscuro sofá y
la sonrisa que salía de la geisha de porcelana.
El exiliado ruso de ojos azules admitió –no sin cierto
orgullo– que tenía un acento en cada idioma: ruso cuando hablaba alemán, alemán
cuando hablaba ruso, uno indeterminado cuando hablaba inglés, inglés cuando
hablaba indeterminadamente.
Fue a Francia pero no vio a ningún existencialista. Fue a
Italia pero no vio el dolce far niente. Fue a China pero no vio ningún oso panda.
Fue a California, pero no vio a un solo surfista. Pese a todo, con cada viaje
su colección de conchas marinas seguía creciendo.
Incrustación 9 (Azar Nafisi)
El turista con resaca compró feliz la polera con las letras
CCCP, aunque no podía decir con seguridad qué es lo que querían decir. Ella nos
dijo con el ceño ligeramente fruncido que ella había crecido en la Stalinallee,
luego en la Karl-Marx-Allee, y luego otra vez la Stalinallee (en su mente).
Esa noche la chica con la bolsa de DDR se encontró en un bar
con el muchacho con la polera de la CCCP. La Historia no registra lo que vino
después –la atracción fatal, el culto al héroe, la erección de monumentos, los
pactos y la ruptura de los pactos, la amarga e inevitable disolución en estados
soberanos nuevamente.
Qué maravilla, pensaron, que fuera posible haber nacido en
Chemnitz, haber pasado tu vida en Karl-Marx-Stadt, y luego morir en Chemnitz,
todo eso sin haber nunca abandonado tu ciudad natal. Qué maravilla haber nacido
en un país que ya no existe –aunque tú sí, todavía existes.
Incrustación 11 (Zaha Hadid)
Después
de todo, utopía significa no-lugar. Por supuesto que la nueva torre de oficinas
era resplandeciente. Naturalmente la vista desde el jardín
del techo era espectacular. Después
del show televisivo, la niña quería dejarse trenzas como una comunista china y
gritar slogans en la calle; pero las bicicletas, una tras otra, seguían todas
el camino del caballo.
“Siempre
habrá un segmento de la población”, dijo el añoso trabajador social, “que será
pobre”. “Del mismo modo que siempre habrá un segmento de la población”, dijo la
cosmopolita, indicando un aro de perlas, “que será chic”. Oh estábamos hartos
de lo chic, estatuido por leyes que nadie salvo la gente chic podría
identificar.
“La
arquitectura en realidad se trata del bienestar”
Donna Stonecipher.
Cosmopolita.
Liliputienses.
Traducción: Cristián Gómez Olivares.
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