4/26/2016

Caza de conejos. Mario Levrero.



Elliott Erwitt, Rome, 1955 -repinned by Los Angeles County & Orange County portrait studio http://LinneaLenkus.com  #portraits:




LXXI

Doña Encarnación ha ideado una salsa para aderezar el conejo a la cacerola. Es tan sabrosa, intervienen en su preparación tantos y tan bien elegidos elementos, que por lo general terminamos por despreciar el conejo y nos limitamos a mojar el pan en la salsa. 


LXXII

¿Quién podría imaginar un monstruo capaz de matar a un conejo? Nosotros los cazamos por deporte, y luego los devolvemos sanos y salvos a su bosque. Ellos lo saben, y si oponen alguna resistencia para hacer más divertido el juego, finalmente se dejan atrapar complacidos.



LXXIII

El idiota es un ser que salpica. Para hablar con él hay que estar alerta o mantenerse a cierta distancia, por sus reiteradas eyaculaciones o el estallido de sus globos de baba. Algunos le salen muy grandes, como enormes e irisadas pompas de jabón. Se desprenden de su boca, flotan suavemente en el bosque, llevados por la brisa, eludiendo los árboles. A menudo, un cazador absorto en su presa, pendiente, tras un árbol, de los menores movimientos del conejo, esperando el momento preciso para dispararle sin errar, es tocado de pronto por uno de estos enormes globos, que estalla y lo baña de la cabeza a los pies con una baba espesa y gomosa.


LXXIV

- Dígame una cosa, don - me dijo un conejo con gravedad, apoyando una pata sobre mi hombre. ¿Por qué no se deja de joder con los conejos y escribe otra cosa?


LXXV

Ahora, único sobreviviente, he quedado solo en el castillo. Señor feudal muy pobre, sin compañeros ni mujer ni hijos ni servidumbre, mi única posesión es este castillo tenebroso y cerrado, que es mi cárcel. Después de tanta algarabía y tanto brillo, el único sonido que permanece es el tictac del antiquísimo, enorme reloj de péndulo. Este sonido me irrita y me produce insomnio. Pero no puedo dejar de darle cuerda; me sirve para contar, anhelante, cada uno de los minutos que desgraciadamente voy sobreviviendo a los demás. Es, también, una forma de compañía.






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