8/29/2014

Buenos Aires Tour











32. Profecía o Visión de la Sibila
- Medrano y Del Signo -

No me interesan los hechos ni los actos. Carezco de inclinación a las cosas. Lo mío es un juego oscilante, como todo lo que ha perdido la posibilidad de una historia. Algo así como un destino inseguro, abocado a crear objetos ideales, ese ejército de catedrales, por ejemplo, que pintó Monet en el invierno de 1892, convencido, tal vez, de que ser es ser soñado. No un mundo completamente otro, sino un casi-mundo que fuera el signo de una inadecuación, una colección de diferentes modos de enfrentarse a la muerte y también (esto es lo más difícil) a lo que vive de la muerte y, por ende, no puede morir. Entre la última Thule y las inflexiones -limitadas- del lenguaje, elijo un interior, es decir esa ruta fantasmal, repetitiva, que coincide, casi siempre, con la música que somos sin saberlo. No conozco otra fe. Cuando los dioses vuelvan a encontrar, después del fin, las piezas de ajedrez que dejaron olvidadas en el pasto, sólo entonces, como antes, como después, como siempre, todo será invitado a rescatarse de la amnesia, a vencerse a sí mismo, a convertirse en blanco para su propia flecha y no fallar.



33. ¿Ama Ud. las flores?
- México y Santiago del Estero -
Oh Virgencita de los Arreglos Florales, danos la sed, el corazón del enigma, un film de Buster Keaton, un romance de hielo, el arco de una luna y la palabra nave, que problablemente signifique maravilla en alguna lengua arcaica. Danos la lluvia, el ah de las cosas, la noche que con vos ya no es oscura (a veces sí), la posesión de nada, es decir esa pasión malsana por la errancia y las distancias verbales. Ayúdanos a ser lo que no llega a ser, no deja de ser, a fugarnos sin huir, a tolerar el cuerpo y sus figuras, y el juego de la oca del amor y sus poses inspiradas, y esa infinita variación de deseos que alguna vez seremos o hemos sido en la boca de una mujer de sueño y agua, aunque sea por un rato, sólo por un rato. Oh Señora de los Pañuelos, Madrecita de la Ruta, tú que viajas sin moverte, y vas de un antes a un antes como una imagen desnuda, un eco de lo invisible, permite que nos arrase el vértigo y que, admirando la belleza de este mundo, no reparemos en los riesgos. Te lo pedimos humildemente, comparte con nosotros tu valija inviable, tu premonición más clara, tu bouquet de sombra como si fuera un reloj solar atengo al viaje humano o sacra muerte y así protégenos en el camino, oh Dama Invencible...



34. La novia desnudada por sus fantasmas
- Museo de Bellas Artes -

Se oye un canto de doncella activa, de joven muerta en el corazón de alguien. ¿En qué se parece la Máquina del Placer a un pastorcito mentiroso? Por un momento, la novia solitaria se desviste y así pierde su sombra, y con eso gana un centro, es decir, recupera el derecho a volverse un lugar para sí misma. Por un momento, entre ser y conocer, prefiere disolverse, no tener nada que cumplir, ni siquiera su nombre, con el que tendrá que enfrentarse al final del camino, cuando alguien le exija el pago de la herida. Cantar muda, se dice, hasta que el corazón se abra como posada injuriosa y la memoria, al fin, sueñe su modelo. Nadie ha venido nunca. ¿Nadie ha venido nunca? Es difícil vencer, tolerar el pequeño laberinto armónico del cuerpo, donde los cuervos chillan como celebrando al dios que los prohíbe. No es verdad que un clavo saque otro clavo, que un mal se apague, sólo si lo reemplaza otro mal. Indefinidamente el blanco del vestido, el lodo tibio de la sensación, la escritura en la silueta de un mundo abandonado.



35. Elenco estable
- Agüero y Paraguay -

1. Mujer que avanza, con su vestido pinchado a la piel, intentando cruzar la muerte.

2. Una falena en el hombro de un colectivero. Los pasajeros simulan no ver. La tarde y el miedo intercambian figuritas con brillantes.

3. Todo nos es dado y quitado: el cuerpo desnudo que rima con el cosmos, el invierno de nosotros mismos, la palabra adiós, que no es igual a irse. Where are yo, Eurydice?

4. Madre e hija juegan en la plaza con la sortija de las cacerías, con barcos de papel como poemas que naufragan en un corazón de mármol. En el libro del Cielo, los dioses discuten hasta cuándo va a durar esa música de piedra.

5. A las 5, tendré alas con ojos, como Gabriel Ahora, más tarde, enseguida, la infancia recomienza, exacerbada por un toque de primavera en el aire. Ask Olsun.






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