12/04/2013

El secreto del gato

















Me llevé al gato aparte
para ver qué lo estaba haciendo ronronear.
Como un reloj eléctrico
o el zumbido

de una tetera calentándose,
algo silbaba y chirriaba en su interior.
¿Se trataba de un automóvil suavecito,
con un motor burbujeante de sonido?

¿Había un cableado bajo su pelaje,
un acelerador murmurante?
Le desmadejé la garganta.
Dentro no hallé ninguna actividad.

Le abrí el pecho de par en par
como si se tratara de una puerta:
ningún jalón, ningún cascabeleo dentro.
Le levanté la tapa de los sesos:

ni el menor silbido, ningún murmullo.
Le partí en dos la pancita
pero no hallé ningún equipo
que causara tal estática.

Así que lo tapé de nuevo,
cosí sus entrañitas.
Metí el corazón en su lugar
y le abotoné la garganta.

Su cola se alzó como una vara
haciendo una seña al aire.
Algún voltaje lo hizo vibrar
más cálidamente que antes.

De pronto los bigotes y la cola
captaron
algún código de radar
emitido como un pip, un punto y una raya

de sonido.
¿mi gato, una especie de diapasón?
¿De amplificador? ¿De telégrafo?
¿un emisor de señales secretas?

Sus ojos, dos tubos elípticos:
hay un mensaje espeluznante en su mirada.
Lo acaricio
y sigo sin hallar la clave.







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