11/21/2013

El lenguaje es un juego de mesa para dos o más personas que consiste en descartar la totalidad de palabras que son repartidas al inicio del juego usándolas solas o en combinación y formando unidades que hacen o no hacen sentido














Jacinto Lara

visito lugares en los que han muerto diez
dieciocho personas al fondo de un barranco

lugares en los que se ha aparecido la virgen
entre las cuerdas de una tramoya

lugares en los que han marchado mineros
hacia una laguna

me pongo a pensar en lo que ha pasado
le doy un mordisco a una pera que he traído
envuenta en un pañuelo

no hallo enseñanza
debo haber llegado en mal momento

regreso a casa y abandono uno a uno
los disfraces que he heredado: mamífero
peruano católico educado blanco humano

los dejo ordenados sobre la cama
como ropa recién planchada y doblada

en la cocina los canarios que cantan
son demasiado amarillos o demasiado largos

señales evidentes de que éste es un lugar
en el que no ha pasado nada

y que nadie vio






Despachos desde el consulado peruano en Tucson

Llueve. Mi hijo filma la lluvia.

Le digo que hay una montaña
detrás de la niebla.
No me cree. Responde en sorna
que hay un oso negro
detrás del árbol.

Aún no sabe qué es un pacto simbólico.

Cada vez que dibuja una jaula
el ave ha huido, el agua está limpia
y la lechuga está picoteada.

Llueve. Mi hijo canta
(no sé de quién soy padre en un día así)

sus piernas blancas cuelgan hasta el suelo.





Para La Tempestad

A comienzos de año escribí un poema que comenzaba
el sol cae, las estaciones se suceden, las nubes flotan sin dirección.
Luego de unos cuantos versos más empleando ese tono más bien oriental
quebré el progreso del poema y dije
cambio todo eso por una sopa dan dan mian
llena de vida mamífera flotando arruinada en su superficie.
El poema era sobre el chifa Hou Wha en Miraflores,
un restaruant elegante en Carlos Tenaud con Paseo de la República.
La ellección dle local no es gratutia: es el chifa
predilecto del Presidente García. Ahí va con sus amigos,
ahí clebra, ahí se reúne, festivo, consigo mismo.
El proceso retórico que quería emplear era el de comparar
la descuartización de cangrejos, la ingesta de ostiones,
las manchas de sillau en los manteles blancos,
las fuentes de chancho asado devueltas a medio comer,
y las risas humanas que emergen de los apartados,
con ciertos excesos que ocurren en el país.
Entiendo que hablar de comida es feo
pero a veces la verdad se dice en listas:
nabos fríos, tamarindos, huesos de pato, té lapsang.
Es un poema largo en el que también hablo de un cuadro
que cuelga sobre una mesa laqueada
en el que con un mismo trazo el artista dibuja
los acantilados y la luna.
En un pasaje del poema, a través de una de las ventanas del chifa,
aparece un taxi transitando por Paseo de la República
con una calcomanía del Che en la luna posterior y escribo que eso
(una calcomanía del Che en la luna posterior de un taxi)
es lo más cercano que hemos llegado al socialismo en este país.
El poema acaba poco después con los versos
es inútil, la naturaleza ha muerto.
Lo titulé "El Chifa de García" y no está mal
pero no expresa verdaderamente lo que quiero decir.
Se parece demasiado a otros poemas que he escrito antes,
y habla justamente de comida que es uno de esos excesos
en contra de los cuales apuntan sus versos.
Luego de ese poema escribí otro que lleva por título "Dinastía Wong".
"Dinastía Wonge" habla sobre el monumento al Becerro de Oro
que se ha construido en San Isidro y que es un lugar de peregrinación
de agentes de bolsa, administradores, MBAs, economistas, inversores,
expertos en liderazgo, cambistas de dólares y emprendedores.
El poema está situado en un futuro no muy distante.
Hay un par de versos en los que escribo
el emperador y los mineros tienen sus aposentos
en el valle de Pachacama. La capital ya no existe.
El ambiente es más bien desagradable. Escribo
toda la comida es carne humana y rábanos
que han resultado ser singularmente resistentes.
El poema tampoco está mal pero otra vez se parece demasiado
a cosas que ya he escrito antes y por eso no me agrada del todo.
Luego de ese par de poemas, dejé de escribir ypasó el invierno.
Fue entonces que Nicolás Cabral llamó a invitarme a escribir
en La Tempestad y no sabía bien qué decirle.
Por un lado quería aceptar pero por otro
no tenía nada nuevo que pudiera enviarle y repetir lo mismo
me parece auto-complaciente y finalmente, aburrido.
Los poemas no dicen gran cosa estos días.
Mis poemas no dicen gran cosa estos días.
Resolví entonces hacer lo siguiente: primero, explicar la razón
de mi silencio (que ahora ya la saben: todo lo que escribo ahora
se parece demasiado a lo que he escrito antes) y segundo excusarme
o tal vez repetir los versos finales de "El Chifa de García":
es inútil, la naturaleza ha muerto.







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