7/02/2012

hicimos unas comparaciones entre el agua del pozo y la del cielo que es más resbalosa pero huele a relámpago





















pidio tenía una esposa
que todos los sábados lavaba la ropa en el lavadero
y él al mediodía en punto le echaba una mano
para exprimir las sábanas
en medio de la calle
hasta reducirlas a culebrones blancos
que goteaban sobre el suelo


ahora que ya no tiene esposa
lo acompaña un mirlo
y madruga en la plaza
con gepi y nano los otros dos zapateros
a quienes canta todos los días en voz baja
amor ti vieta de la fedora de giordano
















aquella vez que a pidio el zapatero
se le escapó el mirlo de su jaula lo esperábamos
en el patio y cada sombra que pasaba
parecía él pero no era


hasta que una tarde en la cerca de cañas
algo negro oscilaba
y nos miraba con ojitos que eran puntas de cuchillo
entonces nos despegamos de la ventana
y fingimos mover las sillas














las hojas del chabacano habían empezado a caer
en julio y luego de agosto hasta septiembre
nos divertíamos recogiéndolas una por una
y contándolas en voz alta
uno decía mil mil una mil dos y mil tres
y el otro seguía mil cuatro mil cinco y mil seis
era una cantilena que duraba hasta la noche
y así llenamos tres costales


pero una mañana mi hermano dejó de trabajar
por razones que no dijo en el momento
luego supe que se había molestado
porque bromeando lo había llamado burro
por una hoja que no había contado
yo había dicho dos mil dos y él dos mil cuatro
y ¿la dos mil tres dónde quedó?
en fin nos quedamos diez días sin hablarnos nos levantábamos
volteándonos la espalda y comíamos con la cabeza baja
mientras tanto las primeras neblinas y el agua fina
marcaban un velo en la espalda del abrigo
en la noche tirábamos esas hojas al fuego una manada cada quien
y nos quedábamos mirando la llama












cuando en otoño
los árboles estaban desnudos
una tarde llegó
una nube de pájaros
cansadísimos
y se pararon en las ramas
parecía que habían vuelto las hojas
a oscilar al viento







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