11/09/2009

Escribe un libro publicado en Argentina


uno
desconfianza de sus versos

los que en sonoro verso y dulce rima
hacéis conceto de escuchar poeta
versificante en forma de estafeta,
que a toda dirección número imprima:
oíd de un caos la materia prima,
no culta como cifras de receta,
que en lengua pura, fácil, limpia y neta
yo invento, amor escribe, el tiempo lima.
estas en fin reliquias de la llama
dulce que me abrasó, si de provecho
no fueren a la venta, ni a la fama,
sea mi dicha tal que a su despecho
me traiga en el cartón quien me desama,
que basta por laurel su hermoso pecho.


dos
cuenta el poeta la estimación que se hace en este tiempo a los laureles poéticos

llevome febo a su parnaso un día,
y vi por el cristal de unos canceles
a homero y a virgilio con doseles,
leyendo filosófica poesía;
vi luego la importuna infantería
de poetas fantásticos noveles,
pidiendo por principios más laureles
que anima dafnes y que apolo cría.
pedile yo también por estudiante,
y díjome un bedel: "burgillos, quedo,
que no sois digno de laurel triunfante".
-"¿por qué?", le dije. y respondió son miedo:
-"porque los lleva todos un tratante
para hacer escabeches en laredo".



tres
no se atreve a pintar su dama muy hermosa por no mentir, que es mucho para poeta

bien puedo yo pintar una hermosura
y de otras cinco retratar a elena,
pues a filis también, siendo morena,
ángel, lope llamó, de nieve pura;
bien puedo yo fingir una escultura
que disculpe mi amor, y en dulce vena
convertir a filene en filomena
brillando claros en la sombra escura.
mas puede ser, que algún letor estrañe
estas musas de amor hiperboleas,
y viéndola después se desengañe;
pues si ha de hallar algunas partes feas,
juana, no quiera dios que a nadie engañe,
basta que para mí tan linda seas.

cuatro
dice el mes en que se enamoró

érase el mes de más hermosos días
y por quien más los campos entretienen,
señora, cuando os vi, para que penen
tantas necias de amor filaterías;
imposibles esperan mis porfías,
que como los favores se detienen
vos triunfaréis cruel, pues a ser vienen
las glorias vuestas y las penas mías.
no salió malo este versillo octavo,
ninguna de las musas se alborote
si antes del fin el sonetazo alabo.
ya saco la sentencia del cogote,
pero si, como pienso, no le acabo,
echaréle después un estrambote.



cinco
describe un monte sin qué ni para qué

caen de un monte a un valle entre pizarras
guarnecidas de frágiles helechos,
a su margen carámbanos deshechos
que cercan olmos y silvestres parras.
nadan en su cristal ninfas bizarras
compitiendo con él cándidos pechos,
dulces naves de amor en más estrechos
que las que salen de españolas barras.
tiene este monte por vasallo a un prado,
que para tantas flores le importuna
sangre las venas de su pecho helado.
y en este monte y líquida laguna,
para decir verdad como hombre honrado,
jamás me sucedió cosa ninguna.



seis
satisfaciones de celos

si entré, si vi, si hablé, señora mía,
ni tuve pensamiento de mudarme,
mátame un necio a puro visitarme,
y escuche malos versos todo un día;
cuando de hacerlos tenga fantasía,
dispuesto el genio para no faltarme,
cerca de donde suelo retirarme
un menestril se enseñe a chirimía.
cerquen los ojos que os están mirando
legiones de poéticos mochuelos,
de aquellos que murmuran imitando.
¡oh, si os mudasen de rigor los cielos!
porque no puede ser (o fue burlando)
que quien no tiene amor, pidiese celos.



siete
pregónase el poeta porque no se halla en sí mismo

quien supiere, señores, de un pasante
que de juana a esta parte anda perdido,
duro de cama y roto de vestido,
que en lo demás es blando como un guante,
de cejas mal poblado, y de elefante
de teta la nariz, de ojos dormido,
despejado de boca, y mal ceñido,
nerón de sí, de su fortuna atlante.
laque del dicho bártulo supiere
por las señas extrínsecas que digo,
vuélvale al dueño, y el hallazgo espere.
mas, ¿qué sirven las señas que prosigo?
si no le quiere el dueño, ni él se quiere,
tan bien está con él, tan mal consigo.



ocho
por las señas deste soneto, consta que se hizo por navidad

juana, para sufrir tu armado brío
ya no hay defensa en bártulo ni en baldo;
juana, ¿qué olla te vertí?, ¿qué caldo?,
que tratas como a perro el amor mío;
juana, si tus estampas sigo al río
cargas de piedras el honesto enfaldo;
juana, antenoche te pedí aguinaldo
y me llamaste licenciado frío.
cruel naturaleza en nieve pura
la fábrica exterior del cuerpo infroma,
alma tan criminal, áspera y dura;
que mal el cuerpo al alma se conforma,
pues fue de tan hermosa arquitectura
la materia cristal, bronce la forma.


nueve
cortando la pluma, hablan los dos

"- pluma, las musas, de mi genio autoras,
versos me piden hoy. ¡alto a escribillos!"
"- yo solo escribiré, señor burguillos,
estas que me dictó rimas sonoras".
"¿a góngora me acota a tales horas?
arrojaré tijeras y cuchillos,
pues en queriendo hacer versos sencillos
arrímese dos musas cantimploras.
dejemos la campaña, el monte, el valle,
y alabemos señores." "- no le entiendo,
¿morir quierede hambre?" "- escriba y calle."
a mi ganso me vuelvo en prosiguiendo,
que es desdicha después de no premialle
nacer volando y acabar mintiendo.



diez
encarece su amor para obligar a su dama a que lo premie

juana, mi amor me tienen en tal estado
que no os puedo mirar cuando no os veo,
ni escribo, ni manduco, ni paseo,
entre tanto que duermo sin cuidado;
por no tener dineros no he comprado
(¡oh, amor cruel!) ni manta, ni manteo,
tan vivo me derrienga mi deseo
en la concha de Venus amarrado.
de garcilaso es este verso, juana,
todos hurtan, paciencia, yo os le ofrezco,
mas volviendo a mi amor, dulce tirana,
tanto en morir y en esperar merezco,
que siento más el verme sin sotana
que cuanto fiero mal por vos padezco.
Lope de Vega, Rimas humanas y divinas del licienciado Tomé de Burguillos. Cátedra, 2008.

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