Sin embargo, por entusiasta, despreocupada o jovial que parezca al leerla ¿no hay ya en cada anotación de diario íntimo algo fatalamente fúnebre, una suerte de distancia mortuoria que separa ese apunte del instante no sólo en que habrá de ser releído (por su propio autor) o leído (por algún lector), sino en el que producirá sus verdaderos efectos? Como si al anotar esa distracción, esa nada, ese incidente, el escritor, coleccionista sin gusto, sólo los conservara a ciegas, nunca del todo convencido del valor que atesoran, y más que escribirlos se limitara a retenerlos. ¿Por qué? Tal vez, simplemente, por el escándalo que le provoca sentirse cómplice de su desaparición en el lecho del tiempo (Por su frecuencia regualar de escritura, pero también porque es la sede que asila a aquello que en otra parte sonaría demasiado vulgar, demaiado íntimo, demasiado intrascendente es decir: insoportable; todo diario tiene algo de un depósito de desechos, y su compulsión tiene más de una afinidad con procesos fisiológicos ligados a la digestión, la evacuación, la retención, etc.
Se escribe un diario para dar testimonio de una época, para confesar lo inconfesable, para "extirpar la ansiedad", recobrar la salud, conjurar fantasmas, para mantener entrenados el pulso, la imaginación, el poder de observación.
Alan Pauls, Cómo se escribe el diario íntimo, 1996.
1 comentario:
Tormenta de bits de información . . la precaria memoria, la precepción selectiva quizá no son tan malas. De otro modo explotaríamos.
Escribir para retener (enmarcar en rosa), para desechar (evacuar)
Estan vergas las citas
Abrazo
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