- ¿Qué es un guerrillero?
De nuevo oí la tela de la cortina. Mi papá volvió a sentarse a mi lado.
- ¿Un guerrillero?
- Ajá.
- Pues los guerrilleros son los culpables de todo este lío.
- ¿Qué lío?
- Todo este lío -susurró firme-, el lío frente a su colegio, en la fábrica, en las calles, en todo el maldito país.
- ¿Los guerrilleros son indios?
Silencio. Se había apagado el motor. De repente se somató una puerta de carro, luego otra. En sordina unas voces se hablaban.
- Claro -me dijo, su mirada hacia la ventana.
- Pero ¿también los soldados son indios?
Mi papá suspiró, pareció enojarse en la semioscuridad.
- Ay, amor, éstas no son horas para hablar de eso - susurró demasiado recio y mi hermano gimió algo y se movió un poco entre las sábanas de su cama-. Ya vio, vamos a despertar a su hermano. Mejor duérmase y lo hablamos mañana.
Mi papá me dio dos palmadas suaves en la rodilla. Se levantó. Salió del cuarto y apagó la luz blanca del pasillo. Todo se volvió a quedar negro, inmóvil. Pronto llegó mañana y mañana nunca lo hablamos.
Eduardo Halfon.
Mañana nunca lo hablamos.
Pretextos.
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