5/22/2015

Ivan Wernisch












Combustión espontánea

Cierto Bedřich, ése que vive a la derecha, allá arriba, en la plaza, frente al parque de bomberos, se enamoró de una dama de honor en su propia boda. Cosas que pasan en los pueblos. Después de emborracharse un poco, mientras tonteaba en torno al séquito nupcial, le echó el ojo a la dama de honor y se armó la gorda. Al momento se la llevó a rastras al cementerio. ¡Y eso que ella no tenía más que 12 años! Era sorda, muda y tonta de remate. A ver. ¿Haría algo semejante una dama de honor como dios manda? En pleno asunto alguien hirió a Bedřich en la pantorrilla con una alabarda. ¿Cómo apareció esa alabarda en el cementerio? Nadie tiene ni idea. La vida en los pueblos está llena de misterios. Y las combustiones espontáneas son un fenómeno bastante corriente.







Sin duda


Los onanistas, sin duda,
ésos sí que hacen una apuesta segura
No andan a la caza dios sabe dónde
en pos de quimeras, de ilusiones







Ivan Wernisch
en Antología de poesía checha contemporánea.
Pretextos, 2012.









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