1/25/2015

Mi vestido se hunde en las bromelias y más allá no hay nada - Diamelas a Clementina Médici

     










     En aquella tierra oscura, en el fiordo, las señoras y niñas escondían sus fetos.
     Había siempre niebla, un espeso humo, e iban tapándose la cara, y ocultas unas de otras.
     Furtivamente clavaban piedras y leyendas.
     "Tu madre".
     "Corazón de Jesús".
     "Enano".
     "Animalito".
     "Amor mío".
     Y huían con las manos sobre el rostro.
     Sobre las pequeñísimas tumbas surgían unas flores. Altas, rojas o lilas. Que no parecían flores.









     Juntábamos huevos de perica para vender; blancos y chiquitos, con alguno celeste, maldito.
     - ¡Huevos de pericaaaaaaaaaaaaaaa!
     Estos huevos eran levísimamente alucinógenos, y por eso, enseguida, se iba la mercancía. Quien los tomaba quedaba sonriente, creyéndose ya un ave yendo por las ramas, y sólo estaba sentado en el banco de siempre.
     Para vender, nos poníamos un antifaz, aunque creo que nos reconocían enseguida. Un día, estando en el campo, vinieron dos hombres con galones y nos amenazaban; los revólveres parecían de juguete; o eran de verdad. Como castigo, unas horas en el calabozo.
     Pero, nosotros, ya, también habíamos bebido de los huevos. 
     Y soñábamos que íbamos por los montes a buscar más huevos y a volvernos locos.






     Salí de la cama y me vi puesto un zapato de goma negra; dije: ¿Cómo? ¿Me había acostado con un zapato?
     Lo quité, y debajo advertí otro zapato de goma negra. Dije: ¿Cómo? ¿Dos zapatos, al mismo tiempo, en un pie? Lo quité, y apareció otro zapato. otro. Y otro.
     Todos en diversos tonos de negro. Uno, corto y afelpado. Innumerables botines que me sacaba medio incorporada. De sólo ese pie. Con gran destreza y gran lucha. En un clima cinesco y reducido.
     Aterrada logré pensar en mi hermana - esto es una grave enfermedad -: podría llevarme a un sanatorio.
     ¡Vana esperanza! No había cura. Lo que me pasa mientras me quitaba más zapatos del mismo pie, no es verdad; sólo parece. Y es muy difícil, si no imposible, curar lo que sólo parece.







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