6/10/2014

Escrito en Cuba











Pasó la edad de los hallazgos,
pasó la edad de los juegos de azar
y del amor a las palabras por las palabras mismas.
Se teme ahora a la repetición,
a los encuentros casuales,
a la imposibilidad de precisar una idea.






En cada caso se trata de abandonar un refugio, porque tu verdadera relación con la vida sólo has llegado a establecerla en las habitaciones privadas,
preferentemente en aquellas a las que se llega como por casualidad por unas horas
y a las que una vez que se cierran a tus espaldas no se puede volver- es una modesta ventaja- a protagonizar escenas inútiles.
El telón cae. No, es ella la que corre las cortinas allá arriba, en esto no hay ni el más ligero recuerdo del condenado final de un tercer acto,
ni un solo nudo de la trama resuelto
con la excepción del que vuelve a su lugar en la garganta.
Has demostrado, una vez más, que el paraíso no existe.





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