11/06/2012

otromundo










País

Cuando el dolor se parece a un país 
se parece a mi país. Los
sin nada se envuelven con
un pájaro humilde que
no tiene método.
Un niño raya con la uña
lluvias que no cesan.
Está desnudo en lo que va a venir.
Una ilusión canta a medias
un canto que hace mal.





Afirmo fieramente: tengo estómago.
Pero no, pero no. Mejor dejarlo.
Ayer nació un gorrión en mi camisa
y hoy me cité de nuevo con un árbol.

Pero además resulta que estoy vivo,
fértil de sangre aguda en el costado.
El señor hambre se metió en mi casa
y no sé cómo echarlo.

Pero no es eso, no. Mejor dejarlo.

Me duele un abedul lleno de cielo
que en mi recuerdo recogí en el campo.
Urgentemente debo hablarle hoy.
Él se cree olvidado.

El almacén, la luz, el alquiler,
todo lo que se debe y no está pago.
Espero un hijo, allá, para diciembre.
Pero no, pero no, mejor dejarlo.

Me aguarda el aire. Es junio y hay invierno.
Llueve exclusivamente en mi zapato.
¡Ay de la carne que no se ha comido!
Pero no es eso, no, mejor dejarlo!

Estoy de novio con la primavera,
con mi mujer y con mis manos.
Si me toco la frente con un silbo
echo a volar mis pájaros.

Pero no, pero no.
Mejor dejarlo.





El animal

Cohabito con un oscuro animal.
Lo que hago de día, de noche me lo come.
Lo que hago de noche, de día me lo come.
Lo único que no me come es la memoria. Se encarniza en
palpar hasta el más chico de mis errores y mis miedos.
No lo dejo dormir.
Soy su oscuro animal.





Costumbres

no es para quedarnos en casa que hacemos una casa
no es para quedarnos en el amor que amamos
y no morimos para morir
tenemos sed y 
paciencias de animal





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