8/01/2012

antes había imaginado el alma como un país de donde las gentes se fueron en casas vacías contra la pendiente

















paseamos en familia
en un auto demasiado pequeño
a través del pueblo, a ambos lados
de la calle la gente
camina, de segura van
a misa de noche, dice
mi madre, como si
contestara una pregunta


afuera cae el crepúsculo,
parece invierno pero
es septiembre,
en nuestro regazo
se adormecen los  niños


no sé, digo
como si contestara
una pregunta, pero yo tal vez
quiera decir otra cosa, como 
ella, y así platicamos
desde hace años sobre nosotros












lunes por la mañana, avenida américa


estoy esperando el autobús,
aun puedo recoger
o dejar, retroceder
o seguir mirando los carteles publicitarios,
tal vez el viento se echará,
tal vez irá a llover
y podré guarecerme, como si
yo no me hubiera recuperado
de algo, como si yo no pudiera decidir
en qué mesa, con qué mano
y qué palabras primero


me la vivo perdiendo el tiempo












dices que tal vez
te gustaría ir conmigo
pero cerca de la escalera
mecánica te vuelves
y sales a la calle
en la noche cálida


¿qué es real?
me pregunto
en el tren que rueda
a lo largo de los hangares y montones
de cajas vacías


¿qué tu dices eso y yo lo siento,
o que más tarde con un libro
yo mire hacia afuera
y calcule la distancia
entre nosotros?


veo la noche y mi rostro
y lo que está dentro y fuera
se confunden










desde el autobús los veo
que esperan enfrente:
él, respirando, a punto
de decidir algo, ella no
mirando hacia alguna parte y al mismo tiempo
la nieve que ha empezado
en medio y por encima de eso


de pronto el autobús atraviesa
el crucero y tengo que
aferrarme a algo,
pues donde miro
pierdo de vista,
se acaba todo lo que
dio impulso a las cosas,
como la nieve












solo veo esa imagen 
ante mí que no quiero
dejar ir: en los techos 
la primera nieve del año
nos tenía pegados
a las ventanas -el tráfico urbano
de pronto volviéndose más lento


bebíamos café, contábamos
el dinero para llegar
a fin de mes, hablábamos
sobre el extranjero, preguntando si allá
hubiera una salida, una vez reíamos
y una vez no, eso
ya no eras tú, eso
ya no era yo








espectadora me hago a cada instante
indecisa con una taza de té
sobre las rodillas y a mitad del camino
con una cucharita dibujo
cuerpos en el aire


y al atardecer mis pensamientos van a sentarse
cerca de las ventanas, zumbando
para que me dejes entrar









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