me siento en el balcón a mirar la noche.
mi madre me decía que no valía la pena
estar abatido.
movete, hacé algo, me gritaba.
pero yo nunca fui muy dotado para ser feliz.
mi madre y yo éramos diferentes
y jamás llegamos a comprendernos.
sin embargo hay algo que quisera contar:
a veces, cuando la extraño mucho,
abro el ropero donde están sus vestidos
y como si llegara a un lugar
después de largo viaje
me meto adentro.
parece absurdo: pero a oscuras y con ese olor
tengo la certeza de que nada nos separa.
.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario