12/07/2009

código genético


capricho


cada atardecer
recojo entre los vecinos
todas las sillas disponibles
y leo versos para ellas

las sillas son extremadamente receptivas
a la poesía
si uno sabe ordenarlas

todo esto
me emociona
y durante varias horas
les cuento
qué bellamente murió mi alma
durante el día

nuestros encuentros
son generalmente sobrios,
sin entusiamos
inútiles
de cualquier modo
significa que cada uno
ha cumplido con su deber
y podemos seguir
adelante


el silbato

un silbato suena de pronto
a espaldas de un transeúnte
cuyo cuerpo se llena de aserrín
como un árbol, cuando siente
la sierra mecánica
pero no vuelvo la cabeza -se dice el hombre-
tal vez es para otra persona
de cualquier modo, tengo todavía una tregua
de unos cuantos pasos

el silbato se oye estridente
detrás de todos los transeúntes
que se ponen morados, amarillos, verdes, rojos
y siguen adelante rígidos,
sin volver la cabeza
tal vez es para otra persona
-piensa cada uno-
¿qué he hecho yo si no
una guerra, dos guerras?
mañana celebro mi boda,
pasado mañana mi mujer da a luz,
pasado mañana entierro a mis padres
tengo tantas cosas en la cabeza
no puede ser para mí.

un niño
se ha comprado un silbato,
y ha salido a probarlo
en la avenida,
silbando travieso al oído de la gente.


ángulo

le puso una mano en los ojos
y le mostró el mundo
dibujado grande
en un panel

- ¿qué letra es ésta?
le preguntó
- la noche, responde él.
- te equivocas, es el sol.
la noche -y esto lo sabe todo el mundo-
no tiene rayos. ¿y qué es esto?
- la noche.
- ¡no me hagas reír!
es el mar. ¿de dónde
tanta obscuridad en el mar?
¿y esto?
el hombre vaciló
y luego responde:
- es la noche.
- oh, es la mujer.
la noche no tiene pechos, querido.
te ha inducido a error, claro está
su pelo negro. ¿y esto qué es?
fíjate bien en ella
antes de responder.
- también es la noche
- lástima, pero tampoco ahora adivinaste:
esta letra eras precisamente
tú.
¡que pase el siguiente!

contabilidad

llega un momento
en que debemos trazar bajo nosotros
una raya negra
y sacar cuentas
algunos momentos en que pudimos ser felices,
algunos momentos en que pudimos ser hermosos,
algunos momentos en que pudimos ser geniales.
nos encontramos unas cuantas veces
con algunos montes, con algunos árboles, con algunas aguas
(¿dónde estarán? ¿aún viven?)
todo esto hace un futuro luminoso
ya vivido

una mujer que amamos
más la misma mujer que no nos amó
suman cero.
un cuarto de año de estudios
equivale a varios miles de millones de palabras forrajeras,
cuya sabiduría hemos eliminado poco a poco.
y, en fin, una suerte
más otra suerte (de dónde habrá salido?)
suma dos apuntamos una y conservamos la otra,
a lo mejor, quién sabe, habrá también una vida más alla?


marin sorescu, la juventud de don quijote. visor, 1981.

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