Soñé que me iba lejos de aquí
el mar estaba picado
olas negras y blancas
un lobo muerto en la playa
un madero navegando
luces rojas en alta mar
¿Existió alguna vez una ciudad llamada Montevideo?
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Ninguna palabra nunca
ningún discurso
- ni Freud, ni Martí-
sirvió para detener la mano
la máquina
del torturador.
Pero cuando una palabra escrita
en el margen en la página en la pared
sirve para aliviar el dolor de un torturado,
la literatura tiene sentido.
Aquel viejo que limpiaba platos
en una cafetería de Saint-Germain
y de noche
cruzaba el Sena
para subir a su habitación
en un octavo piso
sin ascensor sin baño
ni instalaciones santiarias
era un matemático uruguayo
que nunca había querido viajar a Europa
Cristina Peri Rossi, Estado de exilio. Visor, 2003.
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