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si me ausento dos días
las palomas que picotean a mi ventana
incian un paro
de acuerdo con sus obligaciones
corporativas
a mi regreso todo vuelve al orden
con una dosis extra de migajas, y el disgusto
del mirlo que no para
de ir y venir de mi balcón al venerable
vecino de enfrente.
a tan poco se ha rediucido mi familia.
y pensar que algunos tienen una o dos, ¡qué despilfarro!
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