3/31/2016

La Tirana. Diego Maquieira.









La Tirana I
(Me sacaron por la cara)


Yo, La Tirana, rica y famosa
la Greta Garbo del cine chileno
pero muy culta y calentona, que comienzo
a decaer, que se me va la cabeza
cada vez que me pongo a hablar
y hacer recuerdos de mis polvos con Velázquez.
Ya no lo hago tan bien como lo hacia antes
Antes, todas las noches y a todo trapo
Ahora no.
Ahora suelo a veces entrar a una Iglesia
cuando no hay nadie
porque me gusta la luz que dan ciertas velas
la luz que le dan a mis pechugas
cuando estoy rezando.
Y es verdad, mi vida es terrible
Mi vida es una inmoralidad
Y si bien vengo de una familia muy conocida
Y si es cierto que me sacaron por la cara
y que 1os que están afuera me destrozarán
Aún soy la vieja que se los tiró a todos
Aún soy de una ordinariez feroz.









La Tirana VI
(Habías chupado mucho toda la noche)

La viste en el cine Marconi el domingo
a la salida de misa. Habías chupado
mucho toda la noche como queriendo decir
que la soledad de aquí te la mamabas
tú solo. La Mussolini hacia el papel de puta
pero no había nada de qué asustarse
Llevabas como seis meses sin ver la monja
encerrado con tu cajón de whisky
pensando y dándole vueltas a la Derrida
Y en un momento estuviste a un punto
de haber volado el teatro cuando los ojos
se te quedaron pegados, y ahí creíste
que la estabas tocando con el fluido
de tus inhibiciones, que empezó a correr
por toda la sala como la simple luz
Y todavía dicen que tienes tan mal corazón
Porque aquí te quitan la vida, Velázquez
te sueltan el cuervo de la religión
Tú decías paraíso una que otra vez
porque te calentaban sus medias piernas
pero tú decías paraíso a las paredes
para no pasarte el mes solo en cama
con tus pantalones hechos bolsa
y con una imaginación de los manicomios.







La Tirana VII
(Calvin Klein)

Te creías la raja, Velázquez
La soledad de esa noche, la volada
del Marconi, recuerdas?
Dame una chupada para poder seguir
Te creías la monja
y te llenabas la boca de dolor
Nadie te podía sacar de sus ojos
Ninguno de tus invitados se atrevió
a abandonar la sala, ni Olivares
que estaba ahí para arruinar el decorado
Te paseabas de allá para acá
con tu sotana rosada, con tus famosas
punto 30 llenas de cables
que te hacías amarrar a la cabeza
apuntando a tu mente
para anunciar la muerte de la mente
Pero tu amor era pura cabeza
y tenias un miedo como el alma
Jure que de ahí no saldrías con vida
Ven a pegarme ahora, Paterson
Aquí tienes tu resurrección de la carne
el mama de la imaginación.








La Tirana VIII
(Las hermanas monjas de Emanuel Carnevali)

Tus hermanas monjas parecen largas mariposas.
En la oscuridad de los corredores
se excitan,
como una lúgubre promesa.
Sus caras muestran su esterilidad:
Manzanas verdes dejadas podrir en el suelo.
Manzanas verdes con el calor
saciado de la castidad.
Yo le dije a la monja Clara: Tú dices tu Dios es justo:
Por que entonces la tortura de los niños y del justo.
“Por el pecado original” ella dijo.
Yo le dije a la monja Clara:
Por que Adán fíe puesto en el mundo cuando Dios sabia
de antemano que iba a pecar. “Esa es materia
filosófica. Pregúntele a nuestro sacerdote”.
Hasta aquí la monja Clara.
Yo le dije a la monja Juana: Te amo. “Si es verdad
se lo diré a la madre superior”. No, es mentira, le dije.









El gallinero

Nos educaron para atrás padre
Bien preparados, sin imaginación
Y malos para la cama.
No nos quedó otra que sentar cabeza
Y ahora todas las cabezas
Ocupan un asiento, de cerdo.

Nos metieron mucho Concilio de Trento
Mucho catecismo litúrgico
Y muchas manos a la obra, la misma
Que en esos años
Repudiaba el orgasmo
Siendo que esta pasta
Era la única experiencia física
Que escapaba a la carne.

Y tanto le debíamos a los Reyes Católicos
Que acabamos con la tradición
Y nos quedamos sin sueños.
Nos quedamos pegados
Pero bien constituidos;
Matrimonios bien constituidos
Familias bien constituidas.

Y así, entonces, nos hicimos grandes:
Aristocracia sin monarquía
Burguesía sin aristocracia
Clase media sin burguesía
Pobres sin clase media
Y pueblo sin revolución.











La Tirana XVI
(En el más allá nadie se verá más)

Están los colchones pegados a la pared
para que se absorban solas las manchas
La fotografía que le sacamos al salón
de noche. Y la bala pasada que le voló
los dedos al velar el rollo Velázquez
Allí se me adelanta la vida, me oyen
me desnudan sobre sofás no tapizados
Me ven la saliva rosada del vestido
de la Eva infinita de Velázquez
Se me abre la boca al primer contacto
pues me estoy jugando la vida en esto:
Que el cielo sera un día mi hombre
mi Iglesia pintarrajeada por Miguel Ángel
pobres vidas se amontonan en mi mente
En el más allá nadie se verá más
y Dios no será más Dios.






Diego Maquieira
La Tirana
Tempus Tacendi






Fuente: Memoria Chilena.






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